El miércoles por la
mañana, tras un buen desayuno, nos dirigimos hacia el río Ebro para hacer un descenso
en canoas de 12 km. Nos lo pasamos muy bien a pesar de las caídas y del viento que
hacía, que nos complicaba el avance en algunos momentos, pero lo disfrutamos.
El paisaje era precioso y relajante, daba la impresión de estar en el mismísimo
Edén.
Tras dejar las canoas fuimos hacia el "Delta del Ebro" y después
de comer unos bocadillos en un área de servicio. Montamos en un barco que nos llevó
por los últimos kilómetros del Ebro hasta el mar Mediterráneo; en él nos
explicaron varias curiosidades como su historia o la flora y fauna del delta.
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